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El Colegio Sagrado Corazón de Jesús, fundado en Ponce el 20 de octubre de 1916, es una institución docente católica al servicio de Puerto Rico. Para conservar este carácter debe regirse por las orientaciones dadas por la Iglesia para sus centros de enseñanza. Como señalan los Obispos en su Carta Pastoral sobre la educación en las escuelas católicas de Puerto Rico, la escuela católica encuentra su razón de ser en la misión de la Iglesia: la de anunciar el Evangelio. Tiene dos notas distintivas: excelencia académica y catolicidad genuina. De ahí que la filosofía educativa del Colegio Sagrado Corazón de Jesús parte del “concepto cristiano del hombre con sus facultades espirituales y corporales, colocado en el orden de la gracia …”
Siguiendo los principios de toda institución educativa el Colegio del Sagrado Corazón dará importancia al desarrollo de la libertad del alumno, al respeto a la dignidad del ser humano y al cultivo de los verdaderos valores humanos morales e intelectuales. Más aún, siendo una institución docente cristiana, buscará con prioridad el crecimiento de los estudiantes en la fe.
Este crecimiento de la fe de los alumnos debe ser buscado por todos los medios: una fe viva, activa, responsable, implica un compromiso hecho vida, con los valores del Evangelio. Especialmente valores de: oración, comunión, justicia, solidaridad, fraternidad, pobreza, cruz, paz y amor. La Conferencia General del Episcopado Latinoamericana, reunida en Puebla, explica algunos principios, criterios y características de una educación evangelizadora, que queremos sea la nuestra en el Colegio del Sagrado Corazón.
- humanizar y personalizar el hombre para crear en él, el lugar donde pueda revelarse y ser escuchada la Buena Nueva;
- ejercer la función de crítica de la verdadera educación procurando regenerar permanentemente, desde el ángulo de la educación, las pautas culturales y las normas de interacción social que posibilitan;
- la creación de una nueva sociedad, verdaderamente participativa y fraterna: es decir, una educación para la justicia;
- convertir el educado en sujeto, no sólo de su propio desarrollo, sino también al servicio del desarrollo de la comunidad: educación para el servicio;
- anunciar explícitamente al Cristo Libertador;
- no perder de vista la situación histórica concreta del hombre: situación de pecado individual y social; formar personalidades fuertes, capaces de resistir al relativismo y vivir coherentemente las exigencias del bautismo;
- producir agentes para el cambio permanente y orgánico que requiere la sociedad mediante una formación cívica y política, inspirada en la enseñanza social de la Iglesia;
- dar prioridad en el campo educativo a los numerosos sectores pobres de nuestra población; marginados material y culturalmente, orientando preferentemente hacia ellos los recursos y servicios de la Iglesia.
Para el logro cabal de estas metas que nos propone la Iglesia, no basta con la asistencia a unas clases de Educación en la Fe, porque no es sólo ahí donde se anuncia el mensaje de Jesús; se anuncia con la vida, con el estilo de la vida de una escuela, con las actitudes que se fomentan, las actividades que se propulsan, los valores que se subrayan. Todo tiene que anunciar a la Persona y el Mensaje del Señor y a su modo de concebir el ser humano y la sociedad. Esto es construir el Reino.
Es imprescindible también, si queremos dar una educación verdaderamente católica, la creación de un ambiente en la comunidad escolar, es decir, padres de alumnos, profesores, personal administrativo y estudiantes que estén animados por el Espíritu del Evangelio y que esté encuadrado dentro del contexto histórico y cultural puertorriqueño que tan presente ha estado en la Iglesia.
En esta comunidad educativa es donde se expresarán los valores de vida que se intenta elijan los alumnos, a través de relaciones personales auténticas entre los miembros que integran esta comunidad y mediante la adhesión a una visión de la realidad inspirada en estos valores del Evangelio.
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